En la transición se llegó a un acuerdo tácito entre las élites para silenciar el pasado, un acuerdo de la responsabilidad compartida en la Guerra Civil y sus atrocidades, “locura colectiva”.
La muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975 y la
proclamación de Juan Carlos I como rey de España siguiendo el
nombramiento hecho por el dictador en 1969 por el que además se saltaban
los derechos dinásticos que aún conservaba el padre del rey, Juan de
Borbón, va a suponer el inicio de ese periodo que se ha bautizado como
“transición” y que desembocará en lo que se ha venido llamando el
régimen del 78.
La proclamación de Juan Carlos fue posible gracias a
la Ley de Sucesión de 1947 y a la designación de éste a título de rey
como sucesor por el mismo Franco. Se trataba de dar continuidad al
franquismo y a sus instituciones y en ello estaban todos los jerarcas
del régimen y gran parte de la clase media o “franquismo sociológico”
que parece ser que fueron fundamentales para la consecución de la Ley
Orgánica del Estado en 1967 y era hasta donde en principio estaban
dispuestos a abrir el régimen franquista y su “democracia orgánica” los
partidos que se formaron para defender las instituciones franquistas que
luego crearían Alianza Popular.
Sin embargo, la monarquía de
Juan Carlos I que aceptó la legitimidad procedente del régimen que
naciera tras el levantamiento militar del 17 de julio de 1936 avanzaría
hasta conseguir una democracia dirigida desde el poder, y que continúa,
aunque tambaleándose hasta nuestros días.
El régimen de 1978
nacería tres años después de la muerte del dictador y con el voto en
contra de algunos diputados de Alianza Popular que no querían una España
con partidos políticos, menos aún la legalización del PCE que se había
producido en la Semana Santa de 1977 después de los atentados de Atocha
en los que un grupo de ultraderecha asesinaba a tiros el día 24 de enero
del mismo año en un bufete de abogados laboralistas a cinco personas,
dejando a otras cuatro heridas. La nueva monarquía parlamentaria sería
posible gracias a los pactos realizados entre el PSOE y UCD y también en
parte y en contra de sus propias convicciones de Alianza Popular y del
PCE. El PSOE ya había sido desprovisto de parte de su ideología,
incluido el marxismo, en el congreso de Suresnes y Felipe González, su
nuevo líder tenía gran conexión con la socialdemocracia alemana, a la
vez que era apoyado internacionalmente por esa opción política.
Con respecto a las Fuerzas Armadas fueron una amenaza constante durante
todo el periodo, además de constituir una ayuda constante al gobierno
en el campo de la seguridad pública. Los militares conspiraban
abiertamente contra el proceso aperturista, contra la democracia y
contra los partidos de izquierda y nacionalismos periféricos.
La cúpula militar y toda su estructura eran íntegramente franquistas y
absolutamente reaccionarios, agitados por el creciente terrorismo etarra
y del grapo que atentaban abiertamente contra el estamento militar y
muy incómodos con la creciente presencia de partidos políticos y la
tolerancia con la izquierda política. El 21 de septiembre de 1976 Adolfo
Suárez había nombrado como vicepresidente primero del Gobierno a un
militar, Manuel Gutiérrez Mellado que a la postre sería el responsable,
no tanto de modernizar y reformar las estructuras de todos los
Ejércitos, sino de mantenerlos disciplinados y a las órdenes del poder
civil para poder llevar a cabo el proceso de la Transición. En realidad,
la Unión Militar Democrática era más bien anecdótica que una asociación
militar con poder alguno, quienes tenían un poder real y la mayoría
aplastante eran los que estaban próximos a los círculos ultraderechistas
y defensores a toda costa del régimen franquista. De esta forma, tras
haber sido perseguidos, juzgados, condenados y expulsados del ejército
algunos militares de la UMD, esta asociación se disolvió al día
siguiente de las elecciones de 1977, mientras que un grupo de militares
pasaron de la simple conspiración cuartelaría a la acción, llevando a
cabo un plan de acción previsto para el 17 de noviembre de 1978 en el
que pretendían asaltar el Palacio de la Moncloa con 200 policías
nacionales y secuestrar al gobierno. Es lo que se llamó “Operación
Galaxia” que fue desactivada por el gobierno, siendo detenidos Ricardo
Sáenz de Ynestrillas y Antonio Tejero condenados a seis meses de prisión
sin suspensión de empleo. En resumen, Gutiérrez Mellado fue el hombre
llamado a mantener la calma dentro del ejército íntegramente franquista,
y viendo la posterior evolución, lo consiguió.
Las figuras
políticas de primer orden del franquismo, no fueron los responsables de
la Transición pero sí que llevaron a cabo una actividad política muy
importante marcando los límites y sobre todo defendiendo sus criterios.
Una parte importante del franquismo no estaba dispuesta a renunciar a
los principios del alzamiento y a la victoria en la Guerra Civil. Más
allá de esa mayoría que pertenecía al franquismo sociológico y que
militaban en AP, UCD e incluso el PSOE, se encontraban esos grupos que
pretendían un continuismo del régimen sin modificación alguna y de ahí
estos movimientos golpistas que culminaron en el golpe de Tejero del 23
de febrero de 1981, aunque no sería el último, ni la última conspiración
o amenaza.
En los años 70 se vino a domesticar también al PSOE,
por parte de Felipe González y un grupo llamado el de los “sevillanos”.
El PSOE ya había sido desprovisto de parte de su ideología, incluido el
marxismo en el congreso de Suresnes, y Felipe González, su nuevo líder
tenía gran conexión con la socialdemocracia alemana, a la vez que era
apoyado internacionalmente por esa opción política. También hay que
tener en cuenta el poco protagonismo que se dio al exilio español, que
fueron desplazados, siendo los socialistas del interior los
protagonistas de la transición y el pacto con AP, la monarquía y el
resto de instituciones franquistas. De esta forma tan poco sutil, pero
muy útil como se ha visto en el tiempo, el PSOE será pilar básico del
régimen y el partido que más años ha estado en el gobierno, a la vez que
fue el que llevó a cabo las reformas más dramáticas y más contrarias a
la izquierda, como la entrada de España en la OTAN, reconversión
industrial, reformas laborales con pérdidas de derechos para los
trabajadores, financiación irregular del partido, corrupción
generalizada y hasta el terrorismo de estado.
En la transición
se llegó a un acuerdo tácito entre las élites para silenciar el pasado,
un acuerdo de la responsabilidad compartida en la Guerra Civil y sus
atrocidades, “locura colectiva”. Nunca más un drama semejante y a eso
deben contribuir partidos políticos, sindicatos, empresarios y
banqueros, “reconciliación nacional”. Una herida cerrada en falso ya que
todos los investigadores señalan la culpabilidad inequívoca del
alzamiento, únicamente a sus responsables, la parte del ejército que se
sublevó contra el régimen democrático republicano y sus aliados
internos, grandes terratenientes, burguesía, clero, etc., así como sus
aliados externos, el fascismo italiano y el nazismo alemán.
Con
el paso del tiempo, la sociedad española acaba de descubrir, por culpa
de la crisis económica que el proceso de transición no había cerrado una
herida y que tan sólo fue un “parche” para que el proceso de cambio
político no fuera violento, con las traiciones de los representantes de
la izquierda, tanto en el PSOE del interior de España, como la traición
de Santiago Carrillo al PCE.
Hoy, la “izquierda domesticada”
vuelve a salvar la cara al régimen, eso sí, a costa de desangrarse y
llevar a su partido a mínimos históricos. A los líderes del PSOE no
parece importarles, saben que tienen el apoyo financiero de las más
importantes empresas del país, la banca, editoriales y medios de
comunicación y cuentan con una rápida recuperación, modelando ideologías
y fabricando “nuevos socialistas” gracias a que pronto cesarán las
críticas y la lucha con la represión de la ley mordaza y las falacias
lanzadas contra Podemos y contra todo aquel que niegue el régimen del 78
y sus “verdades universales”.
Autor: José Luis Romero
Fuente: Rebelion.org
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