González, Cebrián y la monarquía tailandesa


Acaba de morir el Rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, tras 70 años en el trono. Tenía 88. Se han decretado 12 meses de luto y a quien no llora adecuadamente por él le obligan incluso a golpes y arrastrado en público escarnio ante la multitud. Desde mayo de 2014 la figura fuerte en el gobierno del país es el general Prayuth Chan-ocha, autor de un golpe de Estado contra la entonces primera ministra Yingluck Shinawatra. A partir de entonces gobierna una junta militar. El objetivo, se dijo, era incrementar el poder de la monarquía.

 
Al cumplirse un año del golpe, Chan-ocha reunió a la prensa local y a los corresponsales extranjeros, unos 200 periodistas, para darles un cursillo sobre cómo hacer preguntas que no le ofendieran. No nos dieron detalles del temario. La población también recibió directrices. Fue creado el Consejo Nacional para la Paz y el Orden destinado a lograr la felicidad de los tailandeses. Por las buenas o por las malas. El propio Chan-ocha compuso una balada titulada Devolviendo la felicidad a Tailandia. Más les valía cantar y dar saltos de alegría, el descontento sería castigado con los llamados “ajustes de actitud”. Numerosos críticos, académicos y prensa entre ellos habían sufrido sus rigores: arrestos y represión por esas desviaciones que no gustaban a la Junta.

Los tailandeses están obligados a ser felices por decreto y a sentir enorme dolor por la muerte de su monarca

Los tailandeses, por tanto, están obligados a ser felices por decreto y también a sentir enorme dolor por la muerte de su monarca. Un sinvivir.

Indudablemente, los guardianes de las esencias de un país, una sociedad —cuanto viven y quieren, su felicidad, su tristeza—, creen estar en posesión de la verdad. No hay nada como sentirse un ser excepcional para indicar, imponer si se da el caso, las conductas correctas. La realidad a veces les contradice. De forma flagrante incluso.

Se levanta España sobrecogida a golpe de periódico, prensa y radio, porque este miércoles un grupo de 200 estudiantes, alborotadores, o lo que fuera, protestaron en la Universidad Autónoma de Madrid ante el expresidente del Gobierno y del PSOE, Felipe González, y el presidente del grupo PRISA, Juan Luis Cebrián. Iban a dar una conferencia y los manifestantes se lo impidieron.

La cal viva existió y algún día este país deberá enfrentarse a ello

Ya estamos de nuevo con portadas, editoriales, escritos desde la “efervescencia” —ahora les cuento esto—, en donde se compara la protesta de la Universidad con el 23F y, sobre todo, se culpa de la revuelta… a Podemos. Decían lo mismo que Pablo Iglesias en el Parlamento, argumentan. Hablaban de cal viva y eso no se toca, ni se desentierra. La cal viva existió y algún día este país deberá enfrentarse a ello, hay asuntos que por su desmesura se empeñan en sacar la mano de la tierra que los sepulta. De hecho, hasta José María Aznar se lo refregó a González en 2004, con todo lo que tiene que callar.

Por supuesto que no es la mejor actitud obligar a suspender una conferencia. Tampoco situar en la precariedad y falta de futuro a los jóvenes —y no tan jóvenes— por las políticas que estas dos personas se empeñan en avalar en la práctica. La violencia tiene muchos caminos y matices, pero, categóricamente, no es lo mismo una protesta en una Facultad universitaria que estas portadas y artículos señalando dianas.

Dicen que hay que atar corto a las redes sociales, ¿A la sociedad? ¿A los desacuerdos? ¿A las justas reivindicaciones de esta ominosa época? Desde los púlpitos mediáticos nos dan clases como en Tailandia. Algunos las llevan bien aprendidas de casa. Chirría escuchar a periodistas censurando la crítica que es consustancial a nuestra profesión. Y escandaliza este salto a la primera fila del lavado de ofensas cuando tanto se ha callado y acallado.

El papel de Felipe González y de Cebrián en el motín dentro del PSOE es visible

El papel de Felipe González y de Cebrián en el motín dentro del PSOE es visible. Les hemos oído y leído. Son ya numerosas las voces que no dan crédito a lo que, especialmente, El País, un diario de referencia, está haciendo. Y el giro en el PSOE supone un cambio drástico en las expectativas para un cambio de políticas. Tampoco ha sido nada airosa la forma. La maldita casualidad hizo que el mismo día de la protesta en la Autónoma, Infolibre publicara la carta que el director de El País, Antonio Caño, ha enviado a los suscriptores que se han dado de baja, disconformes con la línea editorial del periódico. Caño atribuye los editoriales incendiarios y cargados de insultos a la “efervescencia” que se produce en algunos momentos en este tiempo en que “los ánimos están exaltados”. La dirección de un medio puede perder los papeles, soltar exabruptos, pero no unos jóvenes muy enfadados y con razón.

Este jueves la prensa y en particular El País vienen sobrados de burbujas. Con espadachines varios, siempre dispuestos a salir valedores del sol que más calienta. Mientras no languidezca, que deben venir bien duras cuando Caño manda cartas para ver cómo salvar los muebles anegados.

No ha habido nada similar a la protesta en la Autonóma contra González y Cebrián. Desde la batalla de las Termópilas probablemente

En los palacios de oro no dan crédito a la osadía de los estudiantes. ¿Ha podido ocurrir algo en España más grave que una protesta contra dos personalidades tan relevantes que, además, han acreditado de tal forma su prestigio con el tiempo? ¿Gürtel y todas las corrupciones? ¿El ascenso a la troposfera de la deuda pública? ¿El vaciado de la hucha de las pensiones? ¿El incremento del número de pobres? No, desde el 23F, no ha habido nada similar a la protesta en la Autonóma contra González y Cebrián. Desde la batalla de las Termópilas probablemente. Y hay que pronunciarse. Pasan lista de fidelidades y de “desajustes de actitud”. Se estudian castigos. De entrada, el señalamiento público arbitrario.

Jóvenes descarriados —no solo un poco, mucho— beben en las fuentes que les mandan desde Podemos. Igual que una parte del PSOE díscolo, antes oficial. Huecas sus cabezas, se dejan dirigir por cantos de sirena con coletas. Eso dicen. En la primera fila, el portavoz de la Junta, perdón, de la Gestora, que un día se ve redimiendo al PP de sus culpas y otro acusa sin pruebas. Son las caras del Susanato, del tiempo que viene. La teoría —que la prensa conservadora y periodistas aposentados comparten— da idea de su concepto de la información y de la propaganda. Igual llega el día en el que los periodistas no complacientes con el poder nos veamos obligados a recibir clases de trato a los que mandan.

Son momentos difíciles que pagarán los de siempre, porque los de siempre así lo han organizado. Hoy no es día de ser felices por decreto. Hoy es día de llorar y rendir pleitesía a los próceres agraviados y de mandar a galeras a esos poderosos, sibilinos e inmundos seres que se introducen en mentes endebles, no cómo otros que no lo logran del todo aunque lo intenten profusamente. La felicidad ya llegará con el futuro gobierno que aglutina voluntades en pensamiento único de trono tan longevo. Ése que va a proporcionar tanto alivio a los que saben lo que nos conviene a todos. 

Autor: Rosa María Artal
Fuente: ctxt.es

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