Nada más entrar desde la Plaza de la
Universidad, la facultad granaína de Derecho luce en sitio preferente
tres lápidas de las que se sienten orgullosos solo discentes y
profesores (sin aspavientos, dicho sea de paso), pues en la calle ni
saben de su existencia. Son el reconocimiento a tres antiguos alumnos
andaluces cuyos nombres se vinculan, respectivamente, a otros tantos
acontecimientos históricos: la autonomía andaluza; la I República
Española (1873) y la Segunda (1931).
Una (olvida el acento de las mayúsculas)
está dedicada a Blas Infante, “Padre de la Patria Andaluza” según el
Parlamento regional: lo considera el máximo exponente de la aspiración
federalista para su tierra, filosofía política recogida en Ideal andaluz
(1915) y explicada en su concepción de Andalucía como nacionalidad
histórica. Infante fue miembro del Partido Republicano Federal (1931) y
de la Izquierda Republicana Andaluza (1933). Llevó en el programa
político la lucha contra el caciquismo, oposición al centralismo,
reformas económicas, justicia social, libertad de enseñanza... e incluso
de matrimonio.
En
julio de 1936 (gobierna el Frente Popular) fue elegido presidente de
honor de la inmediata Junta Regional de Andalucía. Las hordas
falangistas, sin juicio previo, lo fusilan el 11 de agosto. En 1940 un
tribunal firma la sentencia de muerte, ironías: su candidatura era “de
tendencia revolucionaria”. Había sido, además, “propagandista de un
partido andalucista o regionalista andaluz”.
La segunda lápida, “IN MEMORIAM”,
recuerda a Nicolás Salmerón, catedrático universitario de Filosofía y
Metafísica. Fue miembro del Partido Demócrata (lo detienen en 1867 por
“actividades pro-revolucionarias”) y jefe de la Unión Republicana. Fue,
además, presidente de la I República Española, aunque más preciso es
hablar de jefe del Poder Ejecutivo (presidente del Gobierno y de la
República). Como debía firmar dos sentencias de muerte, renunció al
cargo: su conciencia era contraria a los fusilamientos. Como miembro de
la Institución Libre de Enseñanza y político logró la obligatoriedad de
la enseñanza primaria.
La tercera, también “IN MEMORIAM”, está
dedicada a Niceto Alcalá Zamora. Hombre liberal en sus comienzos, tras
el golpe militar (1923) de Primo de Rivera evolucionó su posicionamiento
político: reclama una estructura inspirada en los principios de la
Tercera República Francesa (1870 – 1940), en la cual se afianza el
sentimiento democrático. Aunque próximo a sectores conservadores, pero
respetuoso con la democracia, es elegido presidente de la II República
hasta 1936 (se enfrentó tanto a Manuel Azaña, jefe del Gobierno por
Izquierda Republicana, como a Gil Robles, líder de la derecha española).
El 18 de julio de 1936 está en Noruega. Se negó a retornar a la España
franquista.
Obviamente, el edificio nada tiene que
ver con la arquitectura árabe. Ni tan siquiera está en las rutas
turísticas, pródigas también en bares, tabernas, mesones, posadas,
cármenes... Pero la Universidad granaína está a punto de cumplir
quinientos años, y en ella nació la facultad de Derecho. Para mí es
visita obligada: su patio interior relaja, distiende, esparce palabras
acaso republicanas, siglos XIX, XX. En las aulas (antiguo colegio
jesuita desamortizado) aprendieron leyes y oratoria para la Política los
tres hombres cuyos recuerdos permanecen enhiestos en los tres mármoles,
por más que anteriores claustros a 1990 se dejaron ir relajadamente...
La foto de este artículo la guardo desde
el primer impacto emocional, 2004. Y me sirve hoy para contrastar con
la realidad política de Andalucía, casi eternamente en manos del PSOE,
republicano por esencia y pureza ideológicas aunque hoy acomodado en la
Constitución monárquica. No hay más que prestar atención en sus mítines,
cuando dejan impecables americanas (voz en desuso) y pantalones hechos a
medida y muestran vaqueros y camisas descorbatadas. Pero al día
siguiente vuelven a los coches oficiales de lujo, a las sedas y a los
oros y a la sangre de los toros... (Machado).
Mientras, la Fiscalía Anticorrupción
solicita condenas para más de cuarenta altos cargos públicos
psocialistas andaluces a quienes acusa de malversación o cohecho: la
supuesta cantidad defraudada ronda los setecientos y tantos millones de
euros, caso de los ERE. Dos nombres: el expresidente Griñán es
sospechoso de malversación y prevaricación. El expresidente Chaves lo es
de prevaricación. Junto a ellos, exconsejeros y otros. Todos, del PSOE
andaluz.
Cuando hace meses volví a la facultad
granaína y me paré por décima vez frente a las tres lápidas marmóreas,
recordé el primer artículo de la Constitución de la II República
Española (lo copio de una edición facsímil tirada en Valladolid: la
conservo y la releo). Dice así: “España es una República democrática de
trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de
Justicia”. Es decir, la República (Primera o Segunda, da igual) en la
cual creyeron Blas Infante, Nicolás Salmerón y Niceto Alcalá Zamora (no
precisamente hombre de ideas revolucionarias este último), pues la
estructura republicana no es propiedad exclusiva de la izquierda. Así,
Las elecciones de 1933 dieron la victoria al centro – derecha. Y la
República no se vino abajo.
En silencio llegué a plantearme
(noviembre 2015) cómo reaccionarían al menos Blas Infante y Nicolás
Salmerón ante las investigaciones casi finalizadas de la señora Alaya,
jueza del caso. Blas Infante, presidente de honor de la neonata Junta de
Andalucía en 1936, seguramente habría sucumbido tras las fortalecidas
sospechas iniciales y la posterior inculpación de dos expresidentes
andaluces... en nombre de la izquierda. La corrupción de ambos lo
hubiera herido de muerte. Nicolás Salmerón, puro republicano de
izquierdas, andaría hoy absolutamente errático y destruido ante las
supuestas inmoralidades llevadas a cabo por imaginados republicanos,
paisanos.
La princesa mora pregona la inocencia de
”Pepe y Manolo” (señores Griñán y Chávez), y le enorgullece el
sacrificio de ambos: dimitieron tras “inquisitoriales acosos”, aunque
estos no vienen de la extremísima derecha, ni tan siquiera de la
extrema. Llegan de un juzgado, y eso rompe las tradiciones. A fin de
cuentas, doña Susana se inició y creció con ellos en esa cosa de su
política.
NICOLáS GUERRA AGUIAR
Fuente: InfoNorteDigital.com
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