LEY DE HIERRO DE LA OLIGARQUÍA

La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Antonio Gramsci.

Como dice el aforismo latino, ex inioria non oritur ius, no se pueden obtener derechos a partir de un acto ilegal. Existe, en términos democráticos alguna violación mayor que un golpe de estado contra un gobierno legalmente establecido. Del que nació un régimen totalitario, bajo el yugo de un Dictador que colocó al país como el segundo del mundo en número de desaparecidos cuyos restos no han sido recuperados ni identificados, tras Camboya. Pues fue ese mismo Dictador quien en el ocaso de sus días, coincidente con el amanecer de otros, nombró como sucesor, a un Borbón a título de Rey. (El loado Suarez, lo tenía claro, a la sazón de la entrevista con Victoria Prego, off the record).

La nueva dinastía, instaurada por el mismo Dictador que se sublevó contra la II República española, aquella que floreció del estiércol producido por otro Borbón, se saltó la línea sucesoria, con lo que carece de legalidad monárquica, necesaria para una restauración, es más convalidó su juramento de lealtad a Franco, a los Principios del Movimiento Nacional y a las demás Leyes Fundamentales del Reino, como nos recuerda Gregorio Morán en su libro, El precio de la Transición, editorial Akal. Reedición de 2015.

Mientras se iniciaba la modélica transición a la democracia en España, partidos políticos como Acción Nacional, Comunión Tradicionalista, Fuerza Nueva o Falange Española de las JONS, gozaban de la legitimidad necesaria para concurrir a unas elecciones. Otros partidos como Esquerra Republicana de Catalunya, PCE o PSUC se encontraban bajo el minucioso escrutinio en el Tribunal Supremo, permaneciendo en la clandestinidad. Parece que la nueva democracia venía preñada de restauración y continuismo.

Con estos precedentes, esperar que hoy en día, los partidos políticos sean organizaciones democráticas, es cuando menos ilusorio. El sociólogo Robert Michels formuló su famosa Ley de hierro de la oligarquía, para explicar esta contradicción, como las principales instituciones de la democracia, nos son democráticas. Su conclusión fue demoledora, los partidos políticos tienen una tendencia oligárquica desde sus inicios, como hemos podido comprobar con el proceso para digerir la abstención del PSOE en la investidura de un presidente del archienemigo PP.

Llegados a este punto afirmar que todas las instituciones en España tienen un ligero sesgo hacia la madre que las engendró, es el inicio del debate para comprender el precio tan caro que han de pagar las fuerzas del cambio, su travesía en el nublado despertar democrático, tras la cerrada noche de la dictadura, tiene que ser fría. Abrigamos al menos, que con el advenimiento de la mañana, se abran claros, para que el sol reconforte los huesos de los luchadores por un futuro resplandeciente, en el que la libertad deslumbre a los nostálgicos, a los reaccionarios, un mañana de tod@s.

Fuente: politiquea

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