 Francisco Garrido. Acercándose el día de los difuntos, la iglesia nos
 ha sorprendido con una curiosa prohibición, una más (eso no es 
sorpresa) , de esparcir o guardar las cenizas en suelos no sagrados.. No
 sabemos si es que quieren fomentar la industria inmobiliaria funeraria o
 a los fabricantes de féretros, no es eso lo que han dicho desde 
luego.   El santo Oficio alega  qué la prohibición pretende evitar 
cualquier “malentendido panteísta, naturalista o nihilista”. Parece pues
 que las motivaciones son preocupaciones doctrinales.
Francisco Garrido. Acercándose el día de los difuntos, la iglesia nos
 ha sorprendido con una curiosa prohibición, una más (eso no es 
sorpresa) , de esparcir o guardar las cenizas en suelos no sagrados.. No
 sabemos si es que quieren fomentar la industria inmobiliaria funeraria o
 a los fabricantes de féretros, no es eso lo que han dicho desde 
luego.   El santo Oficio alega  qué la prohibición pretende evitar 
cualquier “malentendido panteísta, naturalista o nihilista”. Parece pues
 que las motivaciones son preocupaciones doctrinales.
¿Pero es eso así realmente? ¿Es tan relevante para la fe de los 
fieles que las cenizas estén en un cementerio o en la casa de los 
familiares, o dispersas en la mar ?¿Por que habría de ser más panteísta o
 nihilista o naturalista los peces del mar   que los gusanos de la 
tierra? Ciertamente no da la impresión que haya una conexión lógica o 
causal  entre los asuntos doctrinales y el trato dado al cadáver , 
máxime una vez que se ha admitido y generalizada los crematorios. 
¿Entonces cual es el sentido o la utilidad oculta de este tipo, tan 
frecuente en las religiones monoteístas, de regulaciones morales?
la precisión en la ordenación, prescripción en realidad, de los 
detalles más íntimos e ínfimos de la vida cotidiana de los fieles , amen
 del control y la disciplinización social que suponen y que es obvia, 
contienen otros efectos más profundos, inconscientes, y que afectan no 
sólo a la conducta sino a las mismas creencias. Esta precisión peculiar 
es propia de ese poder totalitario que es  el “poder pastoral”, así lo 
llamaba Foucault, del clero (no sólo del clero católico, aunque este sea
 el modelo).   No es ninguna estupidez y resulta muy útil a efectos  de 
la construcción social de los imaginarios colectivos del  rebaño. No es 
casual que este decreto lo haya firmado un “Papa progresista” en asuntos
 de ética y moral social pero que comparte la misma visión, delirante, 
sobre la naturaleza de la realidad, que mantienen los más conservadores.
Entre los múltiples efectos subliminales de este tipo de reglamentos 
sobre lo ínfimo, hay uno que destaca, es el “efecto de realidad”.  Nadie
 detalla lo ínfimo de algo que no existe ¿O han visto alguien, alguna 
vez , un manual de instrucciones de los ajustes de las tornillos de las 
máquinas del tiempo? Cuanto más detallado y  preciso es una afirmación, 
más verosímil parece. Ocurre igual con la mentira,cuando mas detalla es 
más creíble.   Los curas y los nazis, lo sabían bien y por lo visto en 
esta curiosa resolución sobre las cenizas , los curas lo siguen 
sabiendo.
Fuente: Paralelo36
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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