“Tomás no se sentía desdichado. Llevaba una vida dura pero lo ignoraba. Era la que llevaban todos los demás muchachos del Callejón de las Piltrafas, y él la tomaba como cosa corriente y agradable. Sabía que, si regresaba por la noche a casa con las manos vacías, empezaría su padre por reprimirlo severamente y por azotarlo, y cuando el padre hubiese acabado, la temible abuela repetiría la misma lección, con algunas añadiduras. Sabía también que, ya muy entrada la noche, su hambrienta madre se acercaría para darle a escondidas alguna sobra o un trozo de pan duro que había logrado guardarle, pasando ella necesidad. Algunas veces su marido la sorprendía en esa especie de traición y le daba una paliza.”
EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO, MARK TWAIN
Siempre he creído que menos
es más en muchos aspectos de la vida, y que en los pequeños frascos se
esconden las mejores fragancias. Suena a repetitivo, lo sé, pero creo
que es necesario no olvidarlo y tenerlo en cuenta. ¿Por qué vuelvo a
esta reflexión?
Tengo la suerte, y eso me lleva a esta frase: “Nunca dudes de ti, porque al hacerlo, también dudas de la vida”,
regalo de un buen amigo, Roberto Iñaki, que confía en mí. El caso es
que de repente se acercan o me encuentro en este mundo de “virtualidad”
escritor@s que confían en mi criterio para leer su obra. Y así cae en
mis manos este pequeño libro, pero no por ello grande en su contenido Como migas de pan en el suelo de
Belén García, su lectura fue como volver a leer a Mark Twain, por sus
personajes, por la realidad que describe, por la sociedad donde la
diferencia de las clases sociales no solo saltan a la vista, sino que
conmueven al lector en la impotencia de no poder actuar.
Hoy en día su autora es amiga y no
conocida, con ella comparto la sensibilidad, el dolor de las injusticias
y el grito en el cielo de aquello que nos asfixia. Sin más preámbulos, y
ya me centro en la reseña.
Este libro en forma de cuento es un
grito, una llamada de atención ante situaciones actuales y reales: el
maltrato infantil, la violencia de “género”, el abandono infantil, los
desafectos paternales, la “acogida y adopción”, la hipocresía social.
Pero a la vez es un canto a la
esperanza, a la vida, donde los valores más intrínsecos al hombre
aparecen. La bondad, la fraternidad, la solidaridad, el AMOR en
mayúsculas hacía la persona.
Andrés 14 años, es el mayor de cinco
hermanos que residen en El Enfrento, Asturias. Centrada la historia en
la década de los 30, la caída de Alfonso XIII y el advenimiento de la 2ª República Española. Estos hermanos viven de forma muy humilde en el seno de una familia muy pobre, donde el “padre”, Pablo, vive sólo para
la mina y la bebida. Teresa, la madre, sólo vive y se desvive por
Pablo su palabra, es sagrada, anteponiéndola a sus propios hijos. Y los
hijos sólo viven en la inocencia de los más pequeños, Casilda y Timoteo,
la aceptación de las medianas Andrea y Laura, y la rabia y el amor por
su familia de Andrés.
Ante la situación de desamparo de
los hermanos, siempre hay una hada madrina que vela por ellos, les
colman en atenciones y buenos consejos, Casandra. Y un Merlín que saca
su magia, en este caso su situación social de bienestar, un abuelo que
harto de tanto desprecio y hacía sus nietos, toma las riendas de la
situación. Y en este escenario de desolación, desamparo, impotencia,
paliza va y viene, amenazas “Maldita miga de pan, tendría que haber terminado de aplastarte ahora que estás en el suelo.” Porque
una miga de pan la desprecia todo el mundo, es tan insignificante que
es invisible, denostada, pisoteada, barrida y olvidada en la basura.
Pero también como Belén nos introduce al libro “…Y mirando su mendrugo de pan pensó: ¿Habrá alguien más desgraciado que yo? Y al girarse sobre sí mismo vio que otro hombre iba
recogiendo las migas que se le iban cayendo a él por el camino. (Nada
es inútil; aquello que unos desdeñan puede ser para otros un preciado
tesoro).” Dicho popular.
Una miga de pan puede dar el
alimento a alguien que necesite algo que llevarse a la boca, una miga de
pan puede ser una simple palabra de aliento compartido en la familia,
en los amigos, en el pueblo, en el mundo. Un mendrugo, una miga de pan
no es solo la miseria de estos hermanos, es la esperanza de sueños
posibles, de verdades por descubrir, por muertos que enterrar para que
descansen en paz, por dejar un pasado de desamparo, la oportunidad de
empezar de nuevo. Una miga de pan que concentra el amor incondicional de
los hermanos, el amor sin medida a una madre cegada en la dependencia
emocional y física de un padre maltratador y alcohólico. Una miga de pan
que une a las personas solidarias con esos niños desvalidos y llenos de
podredumbre y pesadumbre. Niños rotos en su infancia, pero como en
Alicia en el País de las Maravillas tienen un Arcoíris de colores, de
mar, de amor más allá de El Enfrento, donde Merlín les ofrece el elixir
de la educación, el respeto, la dignidad, la INFANCIA y la LIBERTAD.
Y esa miga de pan le sirve a Andrés,
el protagonista guía de luz y de sombras de este cuento, a crecer en
tamaño y emocionalmente. A desarrollarse como persona, tomar decisiones,
enamorarse, descubrir los libros de Pío Baroja y Juan Ramón Jiménez, a
defender y proteger a los suyos, trabajar como un adulto, aceptar la
verdad de los secretos tanto tiempo escondidos, enterrar el pasado y
cumplir su promesa.
Belén te explica un cuento en
murmullos para que se sienta el grito de Andrés, que es quien debe
chillar su realidad, con una narrativa dulce, limpia de ornamentos, no
los necesita porque insisto menos es más, con un aire de melancolía y
cierta nostalgia. Un cuento sin violencia verbal, porque narrar no
necesita de la crueldad de los actos humanos para denunciarlos. Un
cuento que respira a otros tiempos, aquellos que eran sólo accesible a
una clase social con posibles, pero que en sus letras se adaptan a
nuestro momento actual. Y es que parece mentira, no es novedoso, más
bien se remonta a los orígenes del hombre donde apareció la maldad, las
mentiras, el dolor hacía el ajeno, la envidia, la sumisión, los
celos…sentimientos del hombre que desencadenan en violencia, física y
mental. Perpetuándose en la eternidad.
Hay vidas que se truncan en el
momento de nacer, otras mientras crecen y todas con el final de la vida.
Pero en las manos de cada uno, como el junco que se doblega, pero no se
rompe, está enderezarnos, podar las ramas que se pudren y mirar al
cielo dando gracias.
Un cuento para pequeños, porque a los
niños siempre hay que decirles la verdad, que sepan que existen otras
realidades, siempre con mensajes de esperanza, de ilusión, de inocencia,
de Amor. Un cuento para adultos que te lleva a la reflexión sobre el
HOMBRE sus vicios, sus defectos y sus virtudes. Queda dicho que no es
recomendable, es una lectura obligada.
Y las migas de pan por fin…
“Como las migas de pan en el suelo, sucias e inútiles. Por fin se hace justicia.”
Fuente: laprincesayaseve.wordpress.com
0 comentarios: