Hablar de tabúes es casi un tabú en sí
mismo. Sin entrar en profundidades, podemos decir que algunos tabúes
socialmente extendidos nacen de grandes traumas que perduran durante
varias generaciones.
También según la Academia, un trauma es un "choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente".
No cabe duda de que los tabúes limitan
la comunicación social y, por tanto, la toma de decisiones que precisan
del entendimiento entre varias personas o grupos de personas como, por
ejemplo, los partidos políticos.
Felipe González ha liderado el grupo de
influyentes que defienden que la imposibilidad de llegar a un acuerdo
para gobernar depende de la manera de ser de los cuatro líderes y, “por
consiguiente”, les pide que dimitan. Por el contrario, hay quien siempre
ha pensado que, fueran cuales fueran los protagonistas de un momento
crítico en España, en cuanto quebrara el bipartidismo nacido del 23F de
1981 afloraría el trauma creado por la violencia franquista, no resuelto
en la primera Transición y condenado al silencio hasta hoy mismo,
cultivando con ello el terreno ideal para la proliferación de tabúes
bloqueantes de cualquier progreso social que necesite de acuerdos
políticos entre distintos.
He vuelto a visitar la historia de los
países que nos rodean y resulta que este en el que vivimos es el
que más
daño se ha hecho a sí mismo durante el último siglo. Podemos
preguntarnos, por ejemplo, ¿cuántos de los similares a España en número
de habitantes y también “occidentales” han tenido menos años de libertad
y democracia que el nuestro, durante los últimos cien? Porque aunque la
vida de cada persona valga lo mismo, no es menor verdad que cuantas más
personas sean afectadas por un mismo gran trauma más difícil será de
curar. Y abundando, ¿cuántos sufrieron un golpe de estado desde dentro y
contra la legalidad vigente, que provocó una guerra civil que duró tres
años y rompió miles de familias para siempre? ¿En cuántos esa guerra
civil la ganaron los que la habían provocado? ¿En cuántos los vencedores
fueron los amigos de criminales como Hitler y Mussolini? ¿En cuántos a
la guerra civil siguió una dictadura de casi cuarenta años, gracias a la
complacencia de los que derrotaron a esos mismos aliados de Franco? ¿En
cuántos tuvo que morir el dictador para que terminara la dictadura? ¿En
cuántos, una vez llegada la democracia, no se juzgó ni condenó a
ninguno de los principales, y muchos, colaboradores del dictador?
Parece mentira que la misma respuesta,
ninguno, sirva para esas mismas siete preguntas, ejemplos de lo que
podría ser una retahíla mucho más larga de desgracias colectivas.
Primer tabú: No decir que el PP es un partido franquista.
En Alemania es ilegal enaltecer el
nazismo. En España, en cambio, no pasa nada por añorar
públicamente el
franquismo y, de hecho, es algo que sucede periódicamente. Pero, y ahí
es cuando aparece el tabú, ningún político de izquierdas o nacionalista
emplea habitualmente, con toda naturalidad y sin la menor intención de
molestar, el calificativo de “franquista”, aunque lo esté pensando,
cuando se refiere al PP o se dirige a alguno de sus representantes en
los debates y tertulias de radio o TV. Y ello a pesar de que nadie duda
de que el granero de votos del PP procede del franquismo sociológico que
permanece. O de que el propio PP no condena el franquismo ni en sus
estatutos ni cuando viene a cuento hacerlo. O, incluso activamente,
cuando con suma facilidad sus líderes se burlan de las víctimas del
franquismo. Y, también, aunque denominar franquistas al PP o a sus
dirigentes no pueda comportar castigo legal alguno ni tampoco los
aludidos vayan a quejarse con excesiva energía ni ruido mediático para
no molestar a tanto franquista de los que sí dan la cara por el 18 de
julio como tienen en el partido. El 21 de septiembre, titular de
“eldiario.es”: “El PP elogia al franquista Millán Astray como ‘héroe’
en un pleno del distrito de Latina”.
Estoy convencido de que en el fondo de
la imposibilidad para formalizar un acuerdo que permita desalojar al PP
del gobierno, y obligarle a someterse a los procesos judiciales que le
esperan sin blindaje ni protección alguna, late el tabú que durante
tantos años ha conseguido hacerse dueño de nuestra imaginación
colectiva. El de la imposibilidad de llamar en público a las cosas por
su nombre y al PP partido de franquistas obligados a disfrazarse para
hacer política en una sociedad democrática, pero traumatizada.
Como siempre, nos hemos alargado y habrá
que dejar el desarrollo del otro tabú en que estábamos pensando para
mejor ocasión. Nos referimos a la tan imposible como imprescindible
unidad de la izquierda para plantar batalla electoral con posibilidades
de victoria. Todo tiene que ver con lo mismo.
Lo que no podemos eludir es la noticia fantasma, por ser cosa de actualidad.
El domingo pasado, día 18, los
telediarios de La Sexta se hacían eco de la noticia aparecida ese mismo
día en OK Diario, el de Eduardo Inda, afirmando que la Fiscal General
del Estado, Consuelo Madrigal, había prohibido al fiscal Horrach, de
Mallorca, que negociara con el abogado de Jaume Matas. Durante toda la
semana anterior, el anuncio de que Matas estaba dispuesto a implicar a
la dirección nacional del PP en la ilegal connivencia con Villar Mir
para que su empresa OHL resultara adjudicataria del concurso del
hospital de Son Espases había competido por hacerse hueco en portadas y
debates, en dura batalla con otros dos escándalos: el de Rita
Barberá/Senado y el del ex-ministro Soria/Banco Mundial.
Recapitulemos: la noticia no decía que
prohibiera al fiscal llegar a determinado acuerdo, sino negociar. Es
decir, la fiscal general se convertía en protectora legal del PP y
cortaba de raíz lo que podría derivar en una investigación que nos
acercara más a la posibilidad de juzgar por una nueva causa al partido
de Rajoy y a varios de sus dirigentes y, quizás, embargar sus bienes y
sus cuentas corrientes y recuperar mucho dinero procedente de
financiación ilegal, por solo exponer aquí lo que nos viene a la cabeza
en los primeros cinco segundos.
Sorprendentemente, no hubo desmentidos
ni confirmaciones, pero tampoco ningún otro medio le dio mayor
importancia y el mismo lunes, día 19, OK Diario había ocultado la
noticia. Se pidieron explicaciones al periódico pero no contestó,
faltaría más. Volveremos a las preguntas, ya que nadie las formula, esta
vez solo dos y al Sr. Horrach. Primera: Señor fiscal anti-corrupción de
Baleares, ¿le ha prohibido a usted la Fiscal General del Estado
negociar con el abogado de Jaume Matas? Segunda: sea cual sea la
respuesta anterior, ¿sigue usted negociando con el abogado de Jaume
Matas?
Quedamos a la espera de sus noticias.
DOMINGO SANZ
Fuente: infonortedigital.com
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