QUIENES nacimos en el 64 hemos crecido durante toda nuestra vida
consciente escuchando aquello de que "la nuestra fue una modélica
transición". Y así se han encargado de transmitirlo los sucesivos
gobiernos democráticos, permanentemente, a nuestra población y a los
países que lo han demandado: el periodo recorrido desde el entierro del
golpista y dictador, hasta la aprobación de una Constitución y la
formación de unas Cortes democráticamente elegidas, se ha exportado y
vendido así. Hay quienes no cierran esa transición hasta el día en el
que Izquierdas y Derechas han tenido periodos de gobierno. Ciertamente,
hay cuestiones que escapan al análisis de la Transición española cuando
de reflejarla en una columna se trata. Y ahora me viene a la cabeza
aquello que nos decía nuestra mística: "Cuando me miro, qué mal me veo;
¡pero cuando me comparo!". Pero, al unir ambas ideas, me doy cuenta de
que, sobre todo para nuestra Derecha, cuando de tomar ejemplo se trata…
"¡que lo tomen otros de nosotros!", parecieran decir.
Y es que en el 1964 también nacía algo más que, como cualquier parto, llevaba ya tiempo gestándose.
Me refiero a las FARC, el
movimiento guerrillero colombiano que surgió como respuesta armada a
acciones indiscriminadas por el Gobierno colombiano de entonces sobre
algunas regiones que declararon su "independencia" (unilateralmente).
Salvo para Ecuador y Venezuela, también en algunos tiempos para algunos
otros países sudamericanos, se consideran como grupo terrorista y, sin
embargo, se ha abierto un proceso en el que este domingo pasado el
pueblo ha ratificado los acuerdos entre el Gobierno legítimo de Colombia
y las FARC. ¿Imaginamos qué tiempo falta para que en España ocurra algo
parecido? Las FARC, por ejemplo, no han abandonado aún las armas; han
decidido cómo ir haciéndolo progresivamente. Otra cosa es lo que ocurre
cuando un referendo se organiza a cualquier precio, a toda prisa, con
"urgencia de parte".Y es que en el 1964 también nacía algo más que, como cualquier parto, llevaba ya tiempo gestándose.
Jamás lograremos ser un país realmente grande si no aceptamos,
además de la diversidad de formas de ser español, la cantidad de errores
cometidos durante el proceso de construcción nacional. Por eso yo acuso
hoy, desde esta columna, a SSMM Los Reyes Católicos, como los grandes
traidores a su propio proyecto desde que ellos expulsaron a parte de la
población: muchos de nosotros se sienten sus herederos, con el
privilegio de señalar a otros con el dedo.
Fuente: elalmeria.es
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